“Esto es un espectáculo. ¡Trump quiere que Los Ángeles se vea fuera de control!”, gritó uno de los manifestantes en esa ciudad ante la Guardia Nacional apenas desplegada. El tema es esencialmente narrativo. Las palabras “insurrección”, “ley”, “orden”, “violencia” e “invasión”, están siendo constantemente utilizadas tanto por Trump como por funcionarios de la administración. La ciudad “ha sido invadida y ocupada”, posteó Trump en su red social. “Multitudes violentas e insurreccionales están rodeando y atacando a nuestros agentes federales para intentar detener nuestras operaciones de deportación”. Este discurso, sin embargo, conecta de manera potente con un importante sector de la población, además de que le permite regresar la conversación a uno de los rubros en los que mejor ha sido valorado, un tema cómodo para él, más cercano a la percepción de cumplimiento que él necesita proyectar y a la vez, alejarla de otros temas más complicados, como Ucrania, Medio Oriente o la economía, en donde sus promesas son más complejas que la rapidez con la que iba a resolverlo todo. Comparto unos apuntes al respecto:
1. Trump no es un actor que toma decisiones con criterios técnicos, sino políticos. Su universo no está marcado por cifras, datos, o resultados medibles, sino por mensajes y por la forma como esa realidad es percibida tanto dentro como fuera de EU.
2. Dentro de esas percepciones, Trump necesita proyectar cumplimiento. De nuevo, no un cumplimiento medido en términos de cifras o datos, sino en términos de lo que se percibe de él como un presidente que, a diferencia de otros en el pasado, sí está haciendo las cosas.
3. La velocidad, en este universo, es crucial. No se trata solo, entonces, de proyectar mensajes que le muestren como un presidente que cumple más y mejor que sus antecesores, sino que lo hace velozmente.
4. Por eso necesita “deals, deals, deals”, acuerdos, acuerdos y más acuerdos, conflictos resueltos, Rusia-Ucrania, Medio Oriente, Hamás, los houthies, Siria, Irán, China. Todo rápido. Escala rápidamente las amenazas y las medidas que toma para velozmente desescalarlas si existe alguna apertura para firmar un acuerdo de manera rápida.
5. A lo largo de estos casi cinco meses de gobierno ha conseguido algunos de esos acuerdos, pero no todos. En algunos está progresando, pero en otros no. De hecho, las dos guerras mayores que él prometió resolver, la de Ucrania, y la de Israel-Hamás siguen brutalmente activas. El único cese al fuego que la administración Biden selló con ayuda de su enviado especial, Witkoff pero que Trump se atribuyó—el de Gaza—colapsó pocas semanas después de haberse establecido. En Ucrania no consiguió ni siquiera una tregua de 30 días que buscaba. La guerra comercial con China empezó a tomar un curso “insostenible”, en palabras de su secretario del Tesoro, y tras una tregua limitada, ahora fue él quien solicitó una llamada directa con Xi para poder desescalar la situación.
6. En suma, es difícil poder observar o siquiera percibir el cumplimiento de su palabra en estos rubros. Es más, cuando observa que no puede avanzar como quisiera, su reacción es afirmar que “ese no es un conflicto de EU”, que “los actores no quieren la paz” y que es “mejor que sigan peleando durante un tiempo” o que su administración retirará sus esfuerzos de mediación.
7. Lo que le urge, cuando todo esto se acumula, es reorientar la conversación hacia otros asuntos que le son más cómodos o simples, y para eso él es extraordinariamente hábil.
8. El tema migratorio es particularmente útil en este momento. Primero, porque se trata de un rubro en el que ha sido altamente valorado por el electorado en EU. Segundo, porque no es un tema que le resulte demasiado complicado para hacer eso que hace: producir percepciones de cumplimiento; y tercero, porque hay un entorno preexistente a su mandato que le favorece para conectar con su narrativa, esto es: la percepción generalizada que, con Biden, la frontera estaba fuera de control.
9. En ese contexto, todo lo que ha necesitado hacer está menos en el mundo de cuántos migrantes logra deportar, y mucho más en el mundo del orden, la aplicación de la ley y el poder para controlar las fronteras que ahora se siente. No es el número de migrantes, sino la proyección de videos e imágenes que incluyen personas esposadas subiéndose a los aviones, las redadas para “imponer el estado de derecho”, el despliegue de tropas, el sentimiento de que, a diferencia de hace unos meses, ahora hay alguien al mando.
10. Las protestas de Los Ángeles que ocurren tras las redadas implementadas por los agentes migratorios federales, y más cuando se difunden las imágenes de algunos manifestantes lanzando objetos o golpeando vehículos de agentes federales, y cuando uno de los símbolos de esas protestas es la bandera mexicana, le viene como anillo al dedo no solo para embonar perfectamente con su relato de invasión extranjera e insurrección, sino para empujar la conversación fuera de los temas en los que su cumplimiento es percibido como pobre, y jalarlo hacia uno de los que le resulta más cómodo enviar sus mensajes.
11. En un sistema de historias que podemos encontrar desde su primera campaña y discurso inaugural, hasta las campañas del 2024 y en su toma de posesión de enero, podemos observar un diagnóstico negro del país, sumido en el caos, en la falta de ley y orden, un país invadido por criminales, violadores y terroristas, un país fuera de control. Con él en cambio comienza una nueva era en donde EU recupera el respeto, en donde se restablece la ley y el orden y en donde las fronteras regresan al control del gobierno.
12. De esto es de lo que se habla cuando ahora sí se despliega la Guardia Nacional ante “manifestantes violentos” y una ciudad que es “incapaz” de controlarlos, dejando de lado temas como Ucrania, o Gaza, o la guerra comercial y sus consecuencias para una economía que él prometió componer y que ahora parece enfrentar nubarrones. Tampoco se habla de divisiones internas en la administración. Su disputa con Musk pasa a un segundo plano.
Hay por supuesto una enorme discusión acerca de las atribuciones de un presidente que llama a la Guardia Nacional sin ser solicitada por un gobierno estatal por primera vez desde 1965. Sin embargo, mientras Trump consigue embonar todos los hechos con un sistema narrativo que tiene sentido para un sector del electorado, y consigue hacer que se hable de un tema en el que la mayor parte de estadounidenses lo aprueba, él gana puntos que ahora mismo necesitaba ganar.
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