Juan L. Kaye López
El 3 de junio se conmemoró el Día Mundial de la Bicicleta, una fecha impulsada por la ONU para destacar las ventajas de este medio de transporte como una solución sostenible, limpia, asequible y eficaz para las ciudades del siglo XXI. No es casual que este reconocimiento ocurra en medio de una creciente adopción global de la bicicleta como vehículo cotidiano; tampoco es casual que, en México, este fenómeno ocurra sin las condiciones mínimas de seguridad que requiere.
Mientras hace apenas unos días se alertaba sobre el uso descontrolado de motocicletas —vehículos que hoy representan el 40% de los incidentes fatales con peatones en la Zona Metropolitana del Valle de México (ZMVM)—, la bicicleta sigue siendo una alternativa noble, pero frágil. Según datos de Statista Customer Insights, México ya ocupa el quinto lugar mundial en población que utiliza la bicicleta al menos dos veces por semana, con un 28%, superado solo por Países Bajos, Alemania, Brasil e India. No obstante, estar en el ranking no implica estar a la altura.
Una infraestructura que apenas empieza
La Ciudad de México ha hecho esfuerzos relevantes en infraestructura ciclista, como las ciclovías y el sistema de bicicletas compartidas ECOBICI, considerado el más grande de Latinoamérica. Según información divulgada por la exjefa de Gobierno de la capital, antes del Mundial de Futbol se proyectaba alcanzar las 20 mil bicicletas nuevas. Actualmente, este sistema cuenta con más de 9,000 unidades y se realizan aproximadamente 35,000 viajes diarios. Un logro importante, sin duda, pero aún muy por debajo de lo que exige una metrópoli donde la bicicleta puede ser parte clave de la solución al caos vial y a la crisis climática.
Sin embargo, el resto del país tiene un largo camino por recorrer. Aunque en ciudades como Guadalajara, Querétaro, León y Toluca también existen sistemas similares, la mayoría de los municipios mexicanos carecen de ciclovías seguras, estaciones intermodales adecuadas o normativas coherentes que garanticen la seguridad del ciclista.
Pedalear con miedo: los riesgos de ser ciclista
En la ZMVM, circular en bicicleta implica desafiar múltiples peligros: desde automovilistas imprudentes que no respetan la distancia mínima para rebasar, hasta puertas de autos abiertas sin precaución (fenómeno conocido como dooring). A esto se suma la deficiente infraestructura, la contaminación ambiental y el uso del celular al volante. La consecuencia es alarmante: en la Ciudad de México muere un ciclista cada 13 días y se reportan seis lesionados por día. A nivel nacional, en el primer trimestre de 2025, se registraron 673 muertes de peatones y ciclistas, encabezando la capital del país con 49 víctimas.
¿Dónde está la autoridad?
Pese a la gravedad del problema, no se ha escuchado un posicionamiento firme de las autoridades federales, estatales o metropolitanas frente a esta situación. No hay pronunciamientos integrales, ni campañas nacionales de seguridad ciclista, ni reformas normativas de fondo. La omisión es tan clara como peligrosa. En un país con más de 6.5 millones de motocicletas y una creciente comunidad ciclista, no puede mantenerse el silencio institucional.
Un llamado a la acción metropolitana
La movilidad urbana requiere planificación con visión de largo plazo. Las 74 agencias metropolitanas que existen en el país deben asumir el reto de reorganizar el sistema de transporte con una perspectiva integral que articule el transporte público, los sistemas ciclistas, los centros de transferencia modal (CETRAM) y los derechos del peatón. Pantitlán, Indios Verdes, El Rosario o Martín Carrera son nodos fundamentales del sistema que deben modernizarse para facilitar la intermodalidad y garantizar espacios seguros para quienes pedalean.
Conclusión
El automóvil particular solo mueve al 20% de la población. El transporte público abarca al 70%, mientras que bicicletas y motocicletas representan el 10% restante. Ese 10% está creciendo, y en muchos casos, salvando al sistema de colapsar. La bicicleta es una alternativa real, saludable y limpia. Pero sin reglas claras, infraestructura adecuada y campañas masivas de concientización, se convertirá en otro frente de tragedia urbana.
Es hora de que las autoridades federales —en coordinación con gobiernos locales, asociaciones ciclistas, urbanistas y sociedad civil— actúen con responsabilidad y visión. De lo contrario, la bicicleta seguirá siendo un símbolo de esperanza... que se pedalea entre el miedo y el abandono.
Presidente del Consejo Directivo Nacional
Asociación Mexicana de Urbanistas
contacto@amu.org.mx
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